jueves, 27 de diciembre de 2012

RECORTES...



Recortes… El Ingenioso Cuento Cervantino de las Caperuzas

Es Navidad; escribo y miro al Cielo con el sincero deseo de presenciar el descenso de una varita mágica que borre de nuestras mentes la palabra crisis. Para que no haya más recortes – que ya recuerdan, caramba, al cuento cervantino de las caperuzas- , para
que los desahuciados vuelvan a su hogar y no lloren más al despertar por la mañana forasteros en tierra extraña con el único consuelo de seguir soñando. Y que los parados no hagan más colas ni los mayores sufran sus raquíticas pensiones congeladas. Congelados van a quedar ellos y todos a este paso, si llenar la cesta de la compra sigue incrementando los precios a un ritmo insostenible. Eso, por no hablar de la necesidad, a veces, de
su ingreso en un centro cualquiera de la tercera edad, que duplica 
con creces la mísera cifra mensual con la que cuentan. Precaria situación de indigencia añadida al precario estado de
dependencia longeva. Si esto sigue así, mucho me temo que acabaremos, todos, recortados y recortando. Las cortinas vamos a tener que convertir en trajes que nos abriguen y con los recortes, tirando un poquito de aquí y algo de allá, haremos gorros:
uno.. , aplicando pueden ser dos…, quizá al añadir del retal… tres, de los bajos del dobladillo… cuatro. Lo dicho ¡madre mía!: el ingenioso cuento cervantino de las caperuzas.
      Anhelo que el empinado camino, recorrido fatigosamente día a día, ese que al caer la noche obliga a formular y aseverar suspirando la frase maldita: “La batalla está ganada”, se allane y tape baches. Pues yo digo que saldrá el Sol. Escribo y miro al Cielo.



 
    ¡¡FELICES FIESTAS!!

(NO LAS RECORTÉIS)


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